El ciclo escolar ha finalizado para una buena porción de colegios privados en el país. Para el caso de los centros educativos públicos aún queda un mes para su finalización. Otro año más en el que la educación fue mayoritariamente a distancia, lo cual sin duda alguna ha causado que los estudiantes no estén adquiriendo las competencias que se espera de ellos, al menos en su mayoría. La educación a distancia si bien fue un sustituto de las clases presenciales, no fue un sustituto perfecto ya que es difícil ofrecer educación personalizada sin una persona que ejerza el rol de tutor, sobre todo porque no todos los estudiantes tienen el mismo apoyo en casa ni aprenden de la misma forma ni al mismo ritmo. Por ello, dentro de todas las dificultades, una figura de cambio resalta, con capacidad de brillar y lograr ante la dificultad que los estudiantes aprendan. Esa figura es el docente.
Una de las pocas ventajas de la pandemia es que los padres pudimos estar “presentes” en el salón de clases de nuestros hijos. Ello nos ha permitido conocer las cualidades y áreas de mejora de los docentes que atienden a nuestros hijos. Por lo general, se evidencia que hicieron su mejor esfuerzo por adaptarse a la situación, mostrando una mejor entrega educativa en 2021, en comparación con 2020 cuando no hubo ni tiempo para prepararse a ofrecer educación a distancia. No es fácil cambiar, y muchos de ellos se esforzaron grandemente.
Sin embargo, no todos los maestros comprenden que la clave para dar una buena educación es que el centro está en el estudiante, y que la educación debe ser personalizada. Algunos maestros sí lo entienden y luchan por eso, lo cual lo pude observar en este año. Es el efecto secundario de haber escuchado muchas de las clases que recibía mi hijo, lo cual me permitió reconocer la excelente labor que realizó por ejemplo Miss Carol, Miss Jennifer y el Profesor Kramer. Me quito el sombrero virtual ante ellos, les agradezco su pasión y dedicación y deseo que mi hijo en el futuro tenga tan buenos maestros como ellos.
Pero no todos los casos son así. Lamentablemente este año también descubrí un ejemplo de una maestra que tuvo una influencia muy negativa en mi hijo. No la nombraré, pero he de decir que logró impregnar en mi hijo el temor por las matemáticas y el deseo de cambiar hasta de colegio. Y no culpo a mi hijo por odiar las matemáticas ahora. El escuchar sus clases me ponía nervioso hasta a mi, con su estilo de enseñanza tipo academia militar, enseñando las matemáticas a regaños y con la filosofía de “si no comprende es su problema”.
A mi me gustan las matemáticas, por suerte nunca tuve una maestra en primaria como ella. Si no quizás hubiera estudiado otra cosa de adulto. Espero que la frustración de mi hijo por esa área curricular sea algo temporal y que logre redescubrir lo hermosa que pueden ser. En todo caso, nosotros ya estamos buscando otro colegio, ya no estamos conformes con el colegio actual, no solo por esta maestra, sino porque la calidad educativa que ofrecen deja mucho que desear. Vamos a lamentar dejar a las buenas y buenos maestros de allí, a las cuales esteramos siempre agradecidos, y esperamos que la institución que nos reciba reconozca que la clave de la buena educación está en impartir educación personalizada, centrada en el alumno, que los inspire a ser lo mejor que pueden ser. Por el contrario, huiremos como de la plaga de aquellas instituciones que creen que solo existe un tipo de educación para todos, y los que se rezaguen que se frieguen. En ese sentido somos dichosos que tenemos opciones, ojalá todos los padres de familia y estudiantes del país pudiesen escoger la educación que más les conviene, pero sabemos que caso contrario es para la mayoría de las familias del país. Como país debemos trabajar para mejorar el acceso y la calidad educativa para todos los estudiantes, independientemente del sector, nivel socioeconómico, lugar de residencia, sexo o etnia.
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